La Amazonía contiene más de la mitad del bosque tropical remanente del planeta. Es el hábitat que contiene la mayor cantidad y diversidad de plantas y animales de la tierra. Una de cada diez especies se encuentra en este área, que cubre tan solo el 1% de la superficie total del planeta.
La región amazónica es directamente responsable de:
- la regulación de los ciclos climáticos globales
- Retiene el 25% del dióxido de carbono en todo el mundo
- Produce 1/5 parte del agua dulce del planeta
La Amazonía sólo es capaz de proveer sus servicios como ecosistema vital si su estructura y función permanecen intactas. Actualmente estamos destruyendo aproximadamente 20.000 km2 de bosque tropical por año (2.3km2/hora) – un área aproximadamente equivalente al estado de Maryland. Casi el 20% de la región ya ha sido destruido en los últimos 20 años con efectos significativos.
En el 2005, la región del Amazonas se convirtió por primera vez en fuente de carbono tras una sequía sin precedentes, la cual causo la liberación de cinco gigatoneladas de CO2. A esto le siguieron otras ocho gigatoneladas en el 2010, durante una sequía aun peor. Se ha sugerido que tres sequías consecutivas de esta naturaleza significarían la pena de muerte para la Amazonía, una alteración climatológica de escala mundial. La Amazonía ha llegado a un punto de no retorno.
Dónde trabajamos: La Amazonía norperuana, Loreto
Una biodiversidad incomparable
El bioma terrestre de la selva tropical americana contiene la más rica variedad de especies del planeta. Las selvas de las Américas exhiben más diversidad de especies que los bosques húmedos de África y Asia. La Amazonía representa la selva tropical más extensa en las Américas, con una biodiversidad inigualable: una de cada diez especies del mundo vive en el bosque tropical del Amazonas.
La región es el hábitat de 2.5 millones de especies de insectos, un número estimado de 150.000 especies de plantas y unos 2000 pájaros y mamíferos. Hasta la fecha, al menos 40.000 especies de plantas, 2200 peces, 1294 pájaros, 427 mamíferos, 428 anfibios y 378 reptiles de la región han sido clasificados científicamente. De todas las especies de pájaros del mundo, una de cada cinco vive en la selva tropical del Amazonas y una de cada cinco especies de peces vive en los ríos y arroyos de la región.
La biodiversidad de plantas es la más alta del mundo y algunos expertos calculan que un kilometro cuadrado (247 acres) puede contener más de mil tipos de árboles y miles de especies de otras plantas superiores. Un kilómetro cuadrado del bosque tropical del Amazonas contiene alrededor de 90.790 toneladas de plantas vivas.
¿Desarrollo a corto plazo o servicios sostenibles de por vida?
Además de la gran diversidad ecológica, la Amazonía es el hogar de una extraordinaria diversidad de culturas indígenas (aproximadamente 400 grupos). Sin embargo, un cambio significativo está ocurriendo frente a nuestros ojos: la modernización y la influencia de las industrias extractivas no solamente han propiciado una gran destrucción ecológica, sino que han exacerbado la pobreza y corrupción y acelerado la homogenización de las culturas en toda la amazonia.
La expansión de la frontera agro-industrial, impulsada por la lógica de la globalización, ha alterado profundamente la capacidad de regeneración de la Amazonía, un sistema eco-social que ha funcionado en armonía por más de 11.000 años. Esta presión es ejercida principalmente por la agropecuaria industrial (ganadería, plantaciones de soja y de aceite de palma), la industria extractiva (petróleo, gas, minerales y madera), proyectos de infraestructura de gran magnitud (rutas y presas hidroeléctricas) y la expansión de la cultura occidental con su efecto homogenizante sobre las sociedades indígenas.
La Amazonía, aparte de su capacidad vital de regulación, es a su vez una gran fuente de grandes cantidades de recursos naturales. Para los pueblos de la región, la selva es una despensa, una farmacia, una ferretería, un aserradero y un gran almacén, todo de un sólo lugar. Comida, combustible, fibra, vestimenta, materiales de construcción y medicina abundan en este medioambiente cuidadosamente manejado y cartografiado. Con la pérdida de territorios indígenas, la deforestación y la polución, las prácticas tradicionales, enfocadas a mantener el equilibrio, encuentran nuevas dificultades para afrontar los retos adecuadamente.
La magnitud de estas crisis convergentes puede ser desalentadora e incluso resultar en una inmovilización. En estos tiempos tan interesantes somos llamados a prestar servicios para confrontar el reto más grande que jamás hayamos enfrentado: la creación de una civilización humana sustentable. Debemos confrontar este desafío con una esperanza activa. Después de todo, como dice el educador ambiental David Orr: «La esperanza es un verbo con las mangas arremangadas».
Una oportunidad de crear una nueva visión
Trabajando en nuestras tres ramas – la Permacultura, la Educación Intercultural y los Derechos Humanos y de la Naturaleza – el Instituto Chaikuni utiliza un enfoque positivista, orientado a soluciones y en apoyo de un movimiento cuyo principio es la afirmación de la vida en la Amazonía y más allá.
Hay ocho millones de hectáreas de tierras degradadas en la Amazonía peruana, y es allí donde existe una gran oportunidad. Para proteger la Amazonía, debemos trabajar en la frontera de la reforestación para incrementar la conectividad de fragmentos restantes de bosque, permitiendo la migración de especies y creando un ‘amortiguador’ alrededor de la Amazonía para generar una resistencia al cambio climático. Si garantizamos y protegemos los derechos territoriales de los pueblos indígenas y regeneramos el paisaje implementando prácticas como la permacultura, será posible restaurar la integridad funcional y estructural del ecosistema, conservar la biodiversidad y simultáneamente proporcionar recursos abundantes para las comunidades de la región, eliminando asimismo la malnutrición, revitalizando el conocimiento tradicional y, más que nada, ofreciendo una vida genuina y duradera para sus más de mil millones de habitantes.
Sabiduría ancestral en tiempos modernos
Las culturas indígenas de todo el mundo han conocido por milenios el origen común de toda la vida, y por ende la interconexión e interdependencia de los habitantes con el mundo natural. Desde el inicio de nuestra especie hemos vividos completamente inmersos en las maravillas de un universo vivo, intuitivamente guiados y apoyados por los patrones y procesos de la naturaleza.
Los pueblos indígenas han vivido de forma sustentable desde el principio de la historia de la humanidad, y han ido transmitiendo sus modos sustentables de vida de una generación a otra. La llegada de la globalización, los ataques continuos a sus formas de vida, la pérdida de tierras indígenas, la deforestación y la polución, han tenido un efecto desastroso en estas culturas, y los conocimientos se han ido perdiendo gradualmente.
Ahora vemos como los seres humanos en todo el mundo, presionados las exigencias de la era informática, estamos perdiendo el contacto con saberes ancestrales y nuestro sentido de pertenencia. Alienados del mundo natural, nuestra verdadera identidad y naturaleza más profunda se ha oscurecido.
Sin embargo, gente de todos los ámbitos de la vida están despertando y dándose cuenta que no estamos separados de la naturaleza en lo absoluto. Más bien, somos seres ‘en proceso’, evolucionando a la par de los ritmos y ciclos de la vida en su totalidad. Promoviendo los derechos de los pueblos indígenas y de la naturaleza, fomentando la educación intercultural y trabajando de acuerdo a los principios de la permacultura, Chaikuni se dedica a catalizar un movimiento alternativo y sustentable.