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La selva amazónica es paradisíaca. Este entorno, que ocupa el 40% de la región sudamericana, alberga diversos ecosistemas como bosques inundables y estacionales, lo que lo convierte en uno de los lugares con mayor biodiversidad del mundo. Esta biodiversidad, sin embargo, también lo convierte en un hábitat complicado para vivir, donde la geografía y el clima suponen un reto. Durante siglos, los pueblos indígenas han aprendido a lidiar con estas dificultades para vivir en armonía con su entorno. Estos aprendizajes incluyen utilizar sólo los recursos necesarios para alimentarse y construir sin generar estrés en el bosque. Uno de los conocimientos más importantes para los pueblos indígenas es el proceso de transformación tanto de los árboles como de los alimentos, siendo este último extremadamente importante para garantizarles la seguridad alimentaria.
Aunque en la Amazonía hay muchos tipos de frutas, verduras y tubérculos, uno de los más importantes es la yuca. Esta raíz es un alimento básico para los amazónicos de toda la región. Al ser una fuente principal de carbohidratos, la yuca ha sido cultivada por los pueblos indígenas durante cientos de años. Se consume frita, hervida, fermentada y rallada. Una de sus cualidades más importantes es su versatilidad para ser transformada en productos con una vida útil más larga, esencial para tener seguridad alimentaria. Entre estas transformaciones destaca la fariña. Este tipo de harina es una de las mejores formas de conservar el tubérculo. Se elabora fermentando la yuca y luego rallándola en trozos muy pequeños para reducir casi todo el líquido. Luego, la yuca rallada es tostada y se da la vuelta en una gran bandeja sobre leña durante muchas horas. Este proceso permite almacenar el producto durante más tiempo en condiciones de calor sin que se descomponga. La gente come la fariña con pescado, carnes, como bebida mezclada con azúcar y limón, en sopa y de muchas otras formas.
Otro derivado de la yuca es la tapioca. Similar a la fariña, también se extrae de la yuca y transforma en harina de almidón, copos y pequeñas perlas. Esta harina sirve de aglutinante y espesante y además puede conservarse durante mucho tiempo. La yuca también se puede convertir en un pan llamado casabe. Este pan plano muy fino y crujiente se elabora con la harina y se cuece en un "budare", una bandeja típica que se coloca sobre el fuego. Existe desde la época prehispánica y, al igual que la fariña y la tapioca, es esencial para alargar la vida útil de este sustancioso ingrediente.
El masato, bebida fermentada a base de yuca masticada, tiene un gran significado cultural para los pueblos indígenas. No sólo es un símbolo de amistad, sino que forma parte de su trabajo diario, festividades y rituales. Es tradición que sólo las mujeres sean las que mastiquen la yuca, lo cual les otorga una posición especial en la comunidad. El masato también es inseparable de los distintos tipos de relaciones que se desarrollan en las comunidades, desde vecinos a familiares y amigos. Esta bebida es tan importante que suele ofrecerse a los recién llegados a las comunidades como bienvenida.
El plátano también forma parte importante de la dieta de los pueblos indígenas y, al igual que la yuca, puede cocinarse y transformarse de diferentes maneras. Una forma de conservarlo es convirtiéndolo en harina, que luego es utilizada para cocinar. También se consume como guarnición casi a diario, ya sea hervido, hecho chips, frito, molido y enrollado en una bola llamada "tacacho", etc. Con los plátanos dulces se prepara el "chapo", una bebida dulce y caliente que suele servirse en el desayuno.
Algunas hojas se utilizan como elementos de cocina. Un buen ejemplo es la enorme hoja de bijao, que sirve como envoltorio para cocinar a la parrilla (lo que en las culturas occidentales sería papel de aluminio) y como recipiente para la comida amazónica más tradicional: el juane.
En la Amazonia peruana hay alrededor de 132 tipos diferentes de palmeras. Ellas son un recurso esencial para los pueblos indígenas de toda la selva, que han aprendido a sacarles el máximo provecho. Además de proporcionar frutas para el consumo, las palmeras se utilizan como material de construcción y tejido, y se puede aprovechar todo el árbol. De las hojas se extrae la fibra, con la que se elaboran objetos de artesanía como flechas, cestas, esteras, etc. Estos artículos se utilizan en la vida cotidiana de las comunidades y también desempeñan un papel importante en su economía, ya que también los ofrecen a los turistas que llegan a las comunidades o a los pueblos y ciudades cercanos. Las hojas también se utilizan para construir los techos de las casas. En un entorno donde llueve todo el año, este material es ideal para evitar la filtración de agua. Las hojas de palmera desvían los rayos del sol y no transpiran, manteniendo un ambiente interior fresco en un entorno muy caluroso. También se utilizan los troncos de las palmeras, que sirven como vigas, columnas y madera para los suelos. Muchos de los utensilios de la casa también pueden fabricarse con palmeras y sus frutos, como tazones y cubiertos.
La importancia de transformar estos y otros recursos es tal que los conocimientos sobre cómo hacerlo se han transmitido de generación en generación. En nuestro Centro aprendemos cada día de los miembros de la comunidad y trabajamos para poner en práctica estas tradiciones en la búsqueda de una vida autosuficiente en armonía con la naturaleza. Al fin y al cabo, recibimos tanta abundancia de este bosque y sus habitantes, que es natural corresponder.