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Trabajar con la población local forma parte de nuestros pilares. Creemos en la colaboración con las comunidades cercanas y en el aprendizaje de sus tradiciones y conocimientos. Teresa López es nativa de la comunidad de Tres Unidos y forma parte de nuestro personal. Liderando el programa de viveros y la creación y desarrollo de productos utilizando lo que cultivamos y cosechamos en Chaikuni, el amor y dedicación de Teresa por lo que hace es cada vez mayor. Esta es su historia.
Desde que Teresa López dejó Lima y volvió hace unos 13 años a la comunidad de Tres Unidos, lugar donde nació, se convirtió en una parte intrínseca de la familia Chaikuni. Cuando su madre le dijo que el Templo del Camino de la Luz necesitaba una cocinera, Teresa no lo pensó dos veces para dejar su vida en la capital y regresar a la ciudad que la vio nacer.Al fin y al cabo, estar en la cocina y rodeada de naturaleza es lo que más le gusta.
Al principio le costó, vivir en la amazonía no siempre es fácil y Teresa hacía maravillas para mantener frescas las verduras y las carnes. Con el tiempo, se instalaron refrigeradoras, Teresa se acostumbró y, en un abrir y cerrar de ojos, pasaron 11 años. Entonces llegó el Covid-19. Como todo alrededor del mundo, el Templo del Camino de la Luz tuvo que tomarse una pausa y Teresa dedicó su tiempo a colaborar con sus vecinos, preparar comidas, cosechar alimentos y cuidar de los enfermos.
Para el 2021, Chaikuni ya recibía voluntarios y le pidieron a Teresa que fuera a cocinar para ellos. Al principio no era un trabajo a tiempo completo, pero finalmente fue contratada como miembro permanente del personal. También dirigió el proyecto del vivero, plantando y cosechando los productos locales que utiliza para cocinar. No sólo eso, sino que trabajando junto a los voluntarios, Teresa empezó a interesarse por crear productos con las cosechas que salían de los campos de Chaikuni. Ya sabía hacer mermelada y probó una hecha con un plátano pequeño, llamado guineo. Se convirtió en el primer producto que se ofrecía a los participantes de los retiros de ayahuasca y les encantó. Después decidió hacer algo con el cacao. Teresa sacó las semillas al el sol para que se secaran, luego las tostó y las envasó en pequeños pomos de cristal para venderlas como una opción de chocolate saludable. Una vez, cuando vinieron a un taller algunas personas de una comunidad nativa, a Teresa le enseñaron a procesar una fruta rica en estrógenos llamada aguaje. Así hizo su primer lote de aceite de esta fruta, un ingrediente perfecto para cocinar y también para aplicar sobre la piel y el cabello. Teresa enseña orgullosa su cuaderno con la receta y dice que ahora va a intentar hacer aceite de coco, con los ojos brillantes de emoción. Un refresco de cacao también está en la lista.
Teresa cuenta que su producto favorito son los granos de cacao. "Me distraigo pelándolas y tostándolas. También me encanta el olor cuando se cocinan. Estar en la cocina, en general". No sabe dónde se ve dentro de 2 o 5 años, pero lo que es seguro es que no quiere dejar de aprender, crear y disfrutar de todo el proceso. Y aquí, en Chaikuni, estamos agradecidos por eso y por ella.