El Día de la Resistencia Indígena y el Valor de los Conocimientos Ancestrales frente a la Pandemia

Por Daniel Lopez Perez

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El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón y su flota pisaron tierra por primera vez en lo que hoy llamamos Islas Bahamas. Cinco siglos después este evento sigue generando discusión en cómo debería ser recordada esta fecha tan significativa. Movimientos contra la violencia racial están brotando en todo el mundo con más fuerza que nunca, cuestionando el papel histórico de colonizadores, esclavistas y exploradores europeos. Es necesario reformular el nombre de lo que conmemoramos en este día. El “descubrimiento de América”, la “llegada de Colón al nuevo mundo” o el “Día Internacional de la Raza” son ya conocidos y cuestionados, círculos más progresistas comenzaron hace décadas a hablar del “Día de los Pueblos Originarios y el diálogo intercultural”, “Día de la lucha de los nativos americanos contra los conquistadores españoles”, o simplemente como el “Día de la resistencia Indígena.”

Mural que representa la viruela en la tradición oral del pueblo Kukama-kukamiria (Créditos: Alienor de Sas / Instituto Chaikuni)

En el 2020 esta reflexión se hace aún más necesaria, pues a llegada de una pandemia a las comunidades nativas de la región de Loreto no es algo nuevo. Desde la época de la conquista, diversas oleadas de enfermedades traídas por los colonizadores arrasaron a las poblaciones originarias reduciendo drásticamente la población de la amazonia. Algunos de estos episodios aún perduran en la memoria colectiva en forma de relatos. El pueblo Kukama-kukamiria recuerda que la viruela, personificada en un espectro con capucha blanca, llegaba por el río en canoas largas, con muchas crías, y que la gente al verla escapaba hacia el interior de la selva dejando sus casas y sus animales.

Actualmente, en pleno siglo XXI, cuando la humanidad tiene la sensación de haber alcanzado un control sin precedentes sobre la naturaleza, gracias a la tecnología y la ciencia, la pandemia de Covid-19 viene a recordarnos nuestros límites y fragilidad. El llamado “enemigo invisible” se ha extendido por todo el mundo a una velocidad vertiginosa, aprovechando la gran movilidad del mundo globalizado. Debajo de las seductoras promesas del desarrollo y el progreso, han aparecido en toda su magnitud las profundas brechas, desigualdades y contradicciones del modelo socio-económico que hemos construido. “Las injusticias se han develado”.

Los pueblos indígenas han vuelto a enfrentar una epidemia en situación de máxima vulnerabilidad, en un contexto donde los servicios de salud y servicios básicos son casi inexistentes, con condiciones de salud precarias por la prevalencia de anemia infantil y enfermedades como dengue o malaria, a lo que se suma el limitado acceso a sistemas de protección social.

Un representante de la OEPIAP simula una combinación de vestimenta tradicional tikuna y awajun, incorporando el elemento icónico de la pandemia, la mascarilla. (Créditos: Alienor de Sas / Instituto Chaikuni)

El impacto en las comunidades amazónicas de la Covid-19 es potencialmente desastroso y, al mismo tiempo, difícil de evaluar. Teniendo en cuenta que afecta con mayor gravedad a los ancianos, el riesgo de que se pierdan conocimientos ancestrales que son salvaguardados y trasmitidos por ellos es muy alto. También desde el punto de vista económico, la cada vez mayor dependencia de productos externos y del comercio provoca que muchas comunidades enfrenten serias dificultades para abastecerse de ciertos alimentos, para comprar combustible o herramientas o para que los y las jóvenes estudien.

Frente a esta situación, sin dejar de reclamar sus derechos ante las autoridades y de buscar apoyos, los pueblos indígenas se han organizado por sí mismos para enfrentar la enfermedad: cerraron el acceso a sus territorios, se aislaron en sus casas o en sus chacras y recurrieron a la medicina tradicional cuyo poder reside en las “madres” o espíritus protectores de las plantas. Remedios a base de matico, jengibre, ajo sacha, huito, hierbaluisa, limón, cebolla, entre otras, están ayudando a muchas personas a sobrellevar el Covid-19, a atenuar los síntomas y evitar males mayores.

Representantes de la Organización de Estudiantes de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Peruana junto a otras federaciones indígenas protestan frente al Gobierno Regional de Loreto antes la falta de asistencia sanitaria durante los peores momentos de la pandemia. (Créditos: Alienor de Sas / Instituto Chaikuni)

En las cosmovisiones indígenas los procesos de enfermedad y curación transcurren en el mundo espiritual. Así, el bienestar y la salud de una persona, o de una comunidad, no son solo cuestiones del cuerpo, sino que dependen de las relaciones entre los humanos y los demás seres de la naturaleza, personificados en sus “madres” o “dueños”. Por ello, los chamanes y personas que curan, piden permiso o ayuda a estos espíritus, invocan su poder, dialogan y negocian con ellos para restablecer el equilibrio.

También desde la ciencia moderna cada vez hay más información sobre las profundas interrelaciones de los procesos naturales y cómo la salud de los ecosistemas tiene efectos en nuestro propio bienestar. La destrucción de hábitats, la reclusión y consumo indiscriminado de animales, el uso y abuso de la naturaleza sin pedir permiso, sin negociar, sin respetar la vida en sus múltiples formas, es el verdadero origen de esta pandemia y de otros problemas globales que nos amenazan.

El golpe del Covid-19 pasará, pero llegarán otros. Es necesario aprender la lección, escuchar las voces de los abuelos y de los investigadores, de la cultura y de la ciencia, todos coinciden. No hay excusas. No es solo cuestión de medicinas o vacunas, tenemos que replantear nuestra relación con los demás seres. Esta experiencia debe servir para que cada vez haya más personas abrazadas, sanando. Por ello hoy día celebramos la interculturalidad y ponemos en valor el conocimiento ancestral indígena, el que nos recuerda nuestro origen, un origen en simbiosis con la naturaleza que nos rodea, la cual nos abastece con todo lo que necesitamos para experimentar una vida plena.

Sanando

La producción “Sanando”, trata sobre la actual pandemia de Covid-19 y ha sido realizada en el marco de la experiencia de creación audiovisual “Con el río” que involucra a jóvenes indígenas amazónicos, de la Organización de Estudiantes de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Peruana (OEPIAP), y conducida por Radio Ucamara con la colaboración del Instituto Chaikuni. En “Sanando”, participan 6 jóvenes de 3 pueblos originarios: Gimena Cariajano Sánchez del pueblo Achuar, Marita Cahuaza Mori, del pueblo kukama-kukamiria, Vilgereo Huaje Shawit, Adeodato Padilla Shinkikat, Neiser Chuin Pacunda y Euner Kajekui Chuin, del pueblo Awajún La letra, elaborada por sus propios intérpretes, recoge sus vivencias, reflexiones y perspectivas frente a la emergencia de Covid-19 y cómo la han enfrentado sus familias y sus pueblos.