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Los ríos son fundamentales para todos los seres vivos. En los distintos ecosistemas cumplen diferentes funciones que pueden resumirse en un solo significado: ser fuente de vida.
Al irrigar valles, inundar porciones de bosque, y ser fuente de alimentos e ingresos, los ríos han ido configurando los lugares de asentamiento de los pueblos, muchos de los cuales los fueron dotando también de significancia espiritual y cultural al estar estrechamente vinculado a sus vidas. Culturas Amazónicas como la del pueblo indígena Kukama, por ejemplo, viven históricamente en interrelacionados con los ríos. Sus tradiciones, historias y creencias se inspiran y construyen en torno a ellos.
A mediados de enero, el Instituto Chaikuni y Grufides, con el apoyo de nuestro socio belga CATAPA, pudieron organizar una visita de intercambio de defensoras y líderes socioambientales, que facilitó la reflexión y el diálogo en torno a la importancia del río Marañón, o de los ríos y el agua en general. Durante los dos días que duró el evento, las organizaciones "Mujeres Defensoras de la Vida y la Pachamama", la "Cooperativa de Mujeres Defensoras y Emprendedoras del Valle del Condebamba" – ambas de la región montañosa de Cajamarca, Perú – y "Huaynakana Kamatahuara Kana", organización indígena kukama liderada por mujeres del bajo Marañón en la región amazónica y aliada de nuestro Instituto desde hace muchos años, pudieron conocerse y compartir sus experiencias en la defensa del agua y de sus territorios. El gran río Marañón, que se une al Ucayali convirtiéndose en el caudaloso río Amazonas, atraviesa Cajamarca en su descenso hacia el territorio Kukama. Así, como tema común del intercambio, las mujeres compartieron sus reflexiones sobre la importancia del río Marañón:
"Nosotras prácticamente somos un solo cuerpo porque defendemos lo mismo, la vida que es el agua, la vida que es el territorio. Porque sin agua no somos nada ni tenemos nada”.
Defender el Marañón implica repensar la defensa de la integridad de este importante Río desde un enfoque de cuenca, obligándonos a prestar atención no sólo al río principal, sino también a todos los afluentes que contribuyen a él a lo largo de su recorrido. Como dice William Valera, asesor técnico de la Cooperativa de Mujeres Defensoras y Emprendedoras del Valle del Condebamba, "el río Marañón recibe afluente de nuestro rio Crisnejas, y nuestro río Crisnejas recibe afluentes de todas las laderitas en la que vivimos. Es decir, en materia de agua somos uno sólo, un solo cuerpo”.
Mariluz Canaquiri, presidenta de Huaynakana, subraya que hablamos de un solo cuerpo que requiere esfuerzos conjuntos para ser defendido: “nos estamos uniendo porque nuestro territorio es de todos y nuestros ríos también. Quizás nuestros ríos grandes que tenemos en la Amazonía son el cuerpo y por acá [Cajamarca] están la cabeza y los brazos, que componen a una sola persona”.
Las amenazas a las que se enfrenta el río Marañón en las dos diferentes regiones siguen aumentando y, con ello, también la presión sobre las personas que lo defienden. El creciente número de presas, propuestas de presas y concesiones petroleras y mineras, así como el aumento de las actividades ilegales, sumado a la criminalización de las protestas y a los peligros a los que se enfrentan los defensores del medio ambiente, hacen que este trabajo sea cada vez más difícil. Sin embargo, experiencias como las vividas en este intercambio contribuyen a fortalecer lazos y organizaciones; por ello, Dina Mendoza de Mujeres Defensoras de la Vida y Pachamama, resalta la importancia de seguir promoviendo vínculos entre organizaciones: “vamos a seguir defendiendo, vamos a seguir compartiendo, vamos a seguir intercambiando experiencias con otras hermanas para decir: estas son las aguas que recorren tus territorios también. Entonces nos unimos para la defensa, para la lucha y que esto [nuestros ríos] ya no se destruya más”.
Las mujeres de Huaynakana lideran la defensa del Marañón. En 2021, interpusieron una demanda contra el Estado, exigiendo que el río Marañón sea declarado como sujeto con derechos inherentes propios. Se trata de un ejemplo local pionero, anclado en un movimiento global que busca exigir derechos para la naturaleza. Para aumentar las posibilidades de éxito de dicha demanda, y la defensa de un gran río en su conjunto, es imprescindible que las diferentes organizaciones indígenas y campesinas locales dialoguen y se den la mano, construyendo así un movimiento fuerte. Nuestro Instituto continuará trabajando de la mano con las organizaciones indígenas para respaldar sus importantes demandas, amplificando sus voces para que sean escuchadas y sus derechos bioculturales respetados. Animamos a otras organizaciones de la sociedad civil a sumarse a esta iniciativa.